Federación de Trabajadores de Educación Urbana La Paz – FDTEULP

Enseñanzas de la movilización del magisterio urbano

En la última movilización del magisterio ha sido determinante el gran malestar social imperante como consecuencia de la profundización de la crisis económica y del prematuro agotamiento político del gobierno de Arce, signado por escandalosas denuncias de corrupción. La movilización ha surgido de manera natural como parte de ese clima político–social y ha tenido gran repercusión en los otros sectores sociales: podríamos sostener que se ha tratado de una movilización de gran simpatía popular.

Este clima político ha jugado un papel importante en la radicalización de las vanguardias movilizadas del magisterio concentradas en La Paz y en el interior del país; al mismo tiempo, ha tenido el poder de neutralizar la acción del oficialismo en el intento de volcar a las capas atrasadas del sector contra las direcciones del movimiento, particularmente contra los dirigentes trotskistas, contra los cuales descargó toda su artillería mediática con el fin de tratar de aislarlos, sin ningún éxito; todos los esfuerzos hechos por el gobierno, a través de una impresionante sucia campaña publicitaria y a través de sectores de padres de familia oficialistas, han fracasado.

El malestar social, que cada día se acentúa aunque todavía no llega al punto de explosionar, se expresó en la simpatía de amplísimas capas de los explotados y oprimidos a la lucha del magisterio en las calles y a la prédica política de que la incapacidad del gobierno para atender las demandas del magisterio en defensa de la educación es la consecuencia del fracaso del régimen burgués imperante y de todos sus gobiernos, que ya no puede dar trabajo, educación, salud ni las mínimas condiciones de una vida digna a las grandes mayorías hundidas en la miseria y el atraso, señalada por los dirigentes trotskistas de las principales federaciones de maestros.

La vanguardia radicalizada logró arrastrar grandes contingentes de las masas atrasadas e incorporarlas a las movilizaciones. Después de muchos años, en los momentos de la cúspide de las marchas y concentraciones, se logró arrastrar a una mayoría de la masa atrasada del magisterio. Las asambleas populares de La Paz y Chuquisaca y algunas movilizaciones en Cochabamba y otras capitales del país han sido realmente populares por la participación de las bases y de otros sectores sociales como los padres de familia, los trabajadores de la salud, de la Caja Nacional de Salud, de los médicos sindicalizados, etc.

Relaciones entre la dirección, las vanguardias y las masas

La naturaleza de los sectores sociales en acción, la evolución de la situación política en general, las características y la profundidad de los conflictos sociales y la naturaleza de la dirección de las organizaciones sociales y sindicales determinan la configuración particular -en un momento del proceso de la movilización- de las características de las capas de vanguardia y de las grandes masas atrasadas.

En la movilización del magisterio urbano de marzo y abril de 2023, las vanguardias se han ensanchado logrando diferentes grados de radicalidad, desde los más decididos enfrentándose cuerpo a cuerpo con la policía en las calles paceñas, hasta los menos radicales que reciben con frecuencia las presiones de las capas no movilizadas. Por otra parte, la gran masa está recibiendo la presión de las movilizaciones impulsadas por las capas más avanzadas y esporádicamente participan de ellas para luego retornar a la rutina de su trabajo y a su actitud contemplativa; en estos sectores, que no son despreciables por su número, se impone la lógica de “si estos no salen a luchar a las calles, yo tampoco salgo”.

Hacemos énfasis en las características de una gran movilidad que se expresan como saltos y migraciones que pueden darse entre un sector a otro, según el grado de radicalización de las movilizaciones o en los momentos de gran depresión de las mismas. Hacer estas precisiones en el fragor de los conflictos sociales, lejos de un interés puramente especulativo, tiene una fundamental importancia práctica que evita errores en la aplicación de las tácticas concretas para cada momento de la lucha; un error en la comprensión del estado de ánimo de las masas puede tener consecuencias desastrosas para el destino de la movilización.

La acción de la dirección políticamente consciente desde las federaciones más importantes del país ha sido determinante; sin ser oficialmente dirección de la confederación del sector, desde la base ha impuesto la línea política y las tácticas correctas de mantener la movilización permanente en las calles por turnos. Sin embargo, fue un error el haber cedido a la presión de los distritos pequeños, timoneados por la Confederación, de ir a los paros de 24 y 48 horas, sin tomar en cuenta que a amplias capas atrasadas del magisterio, los descuentos a los sueldos que vinieron después, lejos de ayudar a la incorporación de la mayoría de las bases a la lucha, terminó asustándolas y alejándolas cada vez más de la necesidad de salir a las calles.

La huelga de hambre y el tapiado, de igual manera, fueron impuestos por la dirección de la confederación en el momento de declive del conflicto, para acabar de liquidarlo precisamente porque la presión de la acción directa aminora debilitando en consecuencia a la dirección revolucionaria; es el momento en que las maniobras de la dirección oficial, reformista y conciliadora, se imponen para precipitar la conclusión del conflicto en las condiciones en que se han dado.

Así se cumple la regla general: mientras las masas movilizadas están en ascenso, convierten a sus dirigentes conciliadores en sus prisioneros; pero, cuando éstas aminoran su presión sobre ellos, estos encuentran el momento propicio para capitular frente al gobierno y retornar a su política conciliadora.

La no incorporación del proletariado

El trotskismo reiteradamente sostiene que sólo el proletariado puede dar a los conflictos sociales que se desatan en los sectores oprimidos y explotados de la clase media y del movimiento campesino la perspectiva de la victoria; movilizaciones, por muy radicales sean, terminan diluyéndose muchas veces sin lograr sus objetivos en un mar de luchas sectoriales que no tienen la fuerza necesaria para doblegar al gobierno incapaz y corrupto; la movilización del magisterio urbano boliviano confirma, una vez más, lo correcto de este análisis trotskista.

No basta sólo la unidad del sector en conflicto que, en gran medida -en el caso del magisterio- se ha logrado, se trata de la unidad con el sector fundamental que determina la vida económica y política del país, el proletariado fundamentalmente minero y fabril.

No podemos negar que han aparecido destellos débiles de esta tendencia a la unidad en el sector fabril que rápidamente han sido frenadas por sus direcciones sindicales burocratizadas que han lanzado declaraciones generales de apoyo pero, al mismo tiempo, han impedido toda posibilidad de plasmarse en acciones conjuntas de las bases con los maestros movilizados, como se ha dado excepcionalmente en Sucre, por ejemplo.

El proletariado minero ha estado mucho más lejos del conflicto del magisterio; mientras sus dirigentes -junto a los de la COB- se sumaban al coro del gobierno acusando a los dirigentes radicales del magisterio de golpistas, las bases guardaron silencio porque no habían logrado romper el cordón umbilical que todavía los une al gobierno, aunque en los últimos meses y semanas han surgido dificultades de financiamiento para mantener en producción sus empresas y que genera malestar y movilizaciones porque el gobierno no puede atender los requerimientos de las bases, tanto de Huanuni como de Colquiri.

Estamos hablando no sólo de la incorporación del movimiento proletario a las movilizaciones como un sector más. Se trata de que la clase aparezca en el escenario enarbolando su propio programa político; sólo así puede cumplir su papel de dirección del conjunto de la nación oprimida; en la última experiencia de la movilización del magisterio, pudo abrir la posibilidad de la acción unitaria de todos los explotados y oprimidos para superar las limitaciones de Estado burgués decadente y en quiebra para abrir las posibilidades de la revolución social como el único camino para resolver todos los problemas del país.

El ejercicio de la independencia política del proletariado, condición para que se diferencie de la politiquería burguesa, significa la afirmación de su política revolucionaria plasmada en varios documentos programáticos como la Tesis de Pulacayo, la Tesis del IV Congreso de la COB, el documento fundacional de la Asamblea Popular, etc.

Es tarea ineludible del momento hacer que la clase se reencuentre con su programa y su historia revolucionaria, proceso que puede acortarse en medio de la situación convulsiva que se asoma por el horizonte como consecuencia del agravamiento de la crisis económica y la convicción cada vez más evidente del agotamiento del Estado burgués y de sus gobiernos.

Tampoco ha podido superarse esa barrera de la burocracia sindical, a pesar de que los dirigentes de la COB han jugado un papel cínicamente servil, debido a que las bases del proletariado no atinan a movilizarse y adoptar sus propios métodos de lucha para resolver sus problemas. En el sector fabril, siguen amarrados a las ilusiones del legalismo que los conduce, una y otra vez, a frustraciones precisamente porque no logran confiar en sus propias fuerzas y vencer ese fantasma de perder sus fuentes de trabajo si exigen mejoras en sus salarios y otros beneficios sociales que sistemáticamente están siendo recortados por la patronal.

Tomado de Masas N. 2745.